jueves, 9 de septiembre de 2010

RELATO: LO QUE A LOS HOMBRES LES GUSTA (3/3)

Supongo que muchas mujeres estarán en desacuerdo con lo que voy a decir pero hablo basándome únicamente en mi experiencia, que no es poca en sexo. Obviamente, mi percepción de la realidad es bien distinta a la de parejas que han convivido mucho tiempo.

Creo que es un mito injusto afirmar que los hombres, después de un polvo, optan por dormirse o marcharse y abandonar cualquier atisbo de conversación o mimos post-coitales. Ninguno de mis clientes o de mis antiguos novios se han comportado así. No dudo que los haya pero todas las generalizaciones son falsas, incluso la que yo acabo de hacer. Tal vez lo que falla es la planificación. La eyaculación no debería ser el fin, o el final. Para ambos debe quedar un largo momento de relax placentero, síntoma de que el sexo es un placer adaptable a las circunstancias.

No les quepa la menor duda de que a todos nos gusta sentirnos acariciados y mimados después de un orgasmo. No es una obligación, claro…es un deber. Las mujeres, al parecer, sentimos la necesidad de recibir esa atención posterior y a muchos hombres les gusta complacernos porque les hace sentirse “culpables” de nuestro placer. Pero también hay hombres que me agradecen mucho la atención que les presto después de eyacular. Soy partidaria de llegar a un acuerdo de turnos, por días. Hoy por ti, mañana por mí. Eso de “un rato cada uno” me corta el rollo temporal.

Como profesional del sexo, procuro que siempre me toque complacerle a él, salvo que advierta que lo que más placer le produce es lo contrario. Para las parejas convencionales, recomendaría el acuerdo de turnos como un juego sexual más. Pero como soy puta, me debo a mis clientes y, por tanto, les cuento mis secretos para complacer definitivamente a un hombre. Eso no significa que mi trabajo sea ingrato, puesto que yo también disfruto del momento. Verán.

Hay una etapa inicial en la que los hombres están recuperando su ritmo cardíaco normal y sus niveles de endorfinas y adrenalina. Es el momento de pausa total. Yo opto por dejarles reposar mientras les acaricio el pelo y la cara con ternura, mirándoles directamente a los ojos con complicidad. Pasada la tormenta, me gusta (a ellos también) jugar con ellos de una forma infantil. Después les propongo un baño especial. No tienen que hacer nada, solo dejarse llevar. Mientras preparo la bañera, les invito a que se pongan una bata y se fumen un cigarrilo o se tomen algo.

Como digo siempre, es importante observar las reacciones del otro para insistir en un tipo de caricias u otro. El agua caliente, el oloroso jabón, el hidromasaje si lo hay, todo ayuda a crear un buen ambiente pero lo fundamental es la actitud propia, el deseo de complacer, la imaginación en los masajes, no dejar nada por lavar o acariciar. Lo menos inesperado se convierte en una caricia de éxito garantizado. Como regla general, hagan lo que les gustaría que les hiciesen, sin prejuicios.

Tras el baño toca secar. Cubrir a la pareja con un albornoz es lo mejor. Es el momento apropiado para sentarle en una silla o en el borde de la cama para secarle el pelo con suavidad, masajeando el cuero cabelludo, algo muy placentero como bien saben en las peluquerías. Prueben a peirnarle, darle cremas, mascarillas…Lo sé, lleva mucho rato, pero compensa.

Muchos de estos momentos largos de relajación desembocan irremediablemente en otro rato de pasión desenfrenada. Esos suelen ser los mejores.

Hágase esto extensivo a cualquiera de la pareja y de toda tendencia sexual y ¡a disfrutar del sexo, que son dos días!

Gracias a nuestra amiga en
Diario de una puta de lujo...
...Reflexiones desde una vida elegida

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